LA BUROCRACIA GREMIAL Y EL GOBIERNO KIRCHNERISTA HICIERON LOS DEBERES PARA LA MULTINACIONAL REPSOL
Política de sintonía fina en Olavarría
Bajo la amenaza de un despido generalizado
contra los 17 trabajadores en paro, la burocracia gremial, el gobierno kirchnerista y la multinacional Repsol asestaron un duro golpe a la lucha de los
trabajadores de la estación de servicio YPF ubicada en Pellegrini y Del Valle de
la ciudad de Olavarría.
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Después de mantener tomada la playa de estacionamiento de esa planta de expendio de combustible a la que paralizaron durante más de un mes, la intervención del Sindicato Obreros de Estaciones de Servicio,GNC, Garages, Playas de Estacionamiento y Lavaderos de Autos –Soesgype- llegó con la versión del eventual despido de los 17 trabajadores que sostenían la medida de fuerza y el eventual cierre de la planta, lo que derivó en la decisión de levantar la toma y la huelga, con el despido definitivo de Nicolás Pintos, cuya reincorporación reclamaban los empleados de la empresa.
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Después de mantener tomada la playa de estacionamiento de esa planta de expendio de combustible a la que paralizaron durante más de un mes, la intervención del Sindicato Obreros de Estaciones de Servicio,GNC, Garages, Playas de Estacionamiento y Lavaderos de Autos –Soesgype- llegó con la versión del eventual despido de los 17 trabajadores que sostenían la medida de fuerza y el eventual cierre de la planta, lo que derivó en la decisión de levantar la toma y la huelga, con el despido definitivo de Nicolás Pintos, cuya reincorporación reclamaban los empleados de la empresa.
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Precisamente, el conflicto se inició con
el despido de Nicolás Pintos, a través de una directiva que emanó desde las
máximas autoridades de la empresa con asiento administrativo en la ciudad de
Buenos aires, al día siguiente de ser elegido por sus compañeros para
representarlos gremialmente.
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La decisión de erigirlo delegado gremial
chocó espontáneamente con la tradición de la burocracia del Sindicato Unido
Petroleros e Hidrocarburíferos –SUPeH- de imponer su gente y disciplinar las
representaciones sindicales, en función de las políticas y los intereses del
propio sindicato.
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El gremio le negó identidad sindical a
Pintos y también la defensa de su puesto de trabajo, abandonándolo a su suerte y
contrariando la naturaleza misma de toda organización
sindical.
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La única defensa de Pintos fue a partir
de entonces la férrea lucha entablada por sus compañeros, que durante más de un
mes permanecieron en el lugar, hasta donde se movilizaron distintas fuerzas
políticas, sociales, estudiantiles y gremiales para expresar su apoyo e
involucrarse en el reclamo. Capítulo aparte habrá que dedicarle al intendente
municipal, José Eseverri, que se abstuvo de intervenir en este proceso y a
cambio recibió de manos de Facundo Moyano -Juventud Sindical- un obsequio de fin
de año. Y otro especial merecerá seguramente el Concejo Deliberante, que fue
incapaz de superar la tibieza del compromiso expuesto en una también tibia prosa
impresa en los diarios locales.
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La intervención del SUPeH, que llegó a
convocar a un paro en todas las estaciones de servicio YPF de la Provincia para
forzar la resolución del conflicto en la dirección política que se había
propuesto, que era la del despido de Pintos, se produjo en sintonía con la
empresa Repsol-YPF y el propio gobierno nacional, con las que realizó el
pacto de destrucción del frente de lucha, al que vencieron con distintas formas
de violencia y mediante coacción.
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Para provocar el despido definitivo de
Nicolás Pintos y desarticular a los trabajadores, el SUPeH contó con la
colaboración del gobierno nacional a través del propio Julio De Vido, según lo
reveló públicamente el mismo titular del Sindicato, Antonio Cassia. Él
mismo explicó a la prensa que De Vido le prometió desalojar la planta y a cambio
le pidió que levantara el paro en las estaciones de servicio de la Provincia.
Favores cumplidos.
Lo que no podía sincerar Cassia era que
De Vido había pactado, además, sobre la cabeza del delegado de los
trabajadores olavarrienses. Nicolás Pintos tampoco le convenía al gobierno ni a
Repsol-YPF.
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Una demostración más de la forma brutal
bajo la cual burocracia sindical, capital y Estado se asocian contra
los intereses de los trabajadores. Los aparatos sindicales se encuentran
enajenados en manos de estamentos burocráticos al servicio de la defensa de los
intereses empresarios. Y lo hacen a cambio de que les liberen los negocios
particulares y enriquezcan sus propios patrimonios personales. El capital se
asegura así la sumisión que necesita para seguir realizando sus millonarias
extracciones. Sólo a cambio de chirolas. Todos tienen lo suyo en ese concierto
fabuloso de fluctuación de favores.
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Sin embargo, la conciencia de la clase
trabajadora es un camino abierto que se ensancha a lo largo de estas luchas.
Cada vez que la experiencia obrera debe pasar la prueba de estas
confrontaciones, personeros como los que debieron sufrir en Olavarría quedan
expuestos a los ojos del pueblo. Cuanto más desnudos pueda vérselos, más
fuerte será, y más urgente, el salto cuantitativo que los coloque en el lugar
que la conciencia obrera les tiene reservado.
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Por la recuperación de los sindicatos,
contra la burocracia sindical.
La lucha continúa.
Nicolás
Pintos no se negocia.