clase obrera
Oliverio provoca a su compañera de trabajo. Las mañanas no pueden ser tan grises. Cita a Bertrand Russell. Un cierto número de personas trabaja ocho horas diarias en la fabricación de alfileres en la cantidad que el mundo necesita. Pero llega Alguien que inventa la forma de que el mismo número de trabajadores duplique la producción en un mismo tiempo. Ahora bien, el mundo no necesita tantos alfileres. O.M. le echa una mirada despectiva. Está loco éste. Pero él insiste y la compele a que resuelva el problema. Ella dice no saber y le devuelve el favor. El le cuenta acerca del filósofo y sus disquisiciones en torno al planteo. Se podría reducir la jornada laboral a cuatro horas y nada cambiaría. Ningún patrón quebraría, el mundo estaría perfectamente abastecido de la cantidad de alfileres que necesita y todas las personas conservarían el empleo. Está muy bien, reflexionó O.M. De ocho horas a cuatro, con reducción de salario a la mitad. El ordenanza, que se encontraba barriendo, no pudo evitar inmiscuirse. Fuiste generosa. Yo habría echado a la mitad del personal.
Oliverio, que no es Girando.-