ESTADO CAPITALISTA
Por Tomás M.M. (PO, Azul).-
Inza definió su gobierno. Inscrito dentro del modelo nacional y popular que encarna la presidenta de la nación, aclaró -para quienes pudieran tener alguna duda- que el modelo “no cuestiona la raíz capitalista del sistema de nuestra sociedad” y aseguró que el objetivo es construir “un modelo a desarrollarse dentro de un sistema intrínsecamente injusto”. Fueron sus palabras.
Naturalmente, para la
oposición con representación en el Concejo
Deliberante (Frente Amplio Progresista, Unión Cívica Radical, Unión-PRO),
el discurso del intendente de Azul que inauguró anoche el período de sesiones
ordinarias no tuvo una definición política. Esas expresiones fueron de ningún
peso y se colaron en el verbo oficial, casi como una consigna vacía. Por
supuesto, el referente máximo del anterior intendente (Omar Duclós), el concejal Claudio Molina, estaba
más preocupado por los insistentes ataques contra los 12 años de gobierno de su jefe que por cualquier otro aspecto del discurso. Y el macrista
Agustín Carús armó su crítica alrededor de la idea de la continuidad. El
presupuesto elaborado por el Ejecutivo, dijo, resultó ser un copipegue de los
que confeccionara el otrora intendente, hoy devenido diputado nacional por el
binnerismo sojero.
En efecto, la continuidad está
asegurada. Eso explica que ninguno de los referentes opositores –incluido el
mismo Carús- le haya dado importancia al concepto de Inza sobre el capitalismo "justo" o "en serio" que el kirchnerismo no ha podido demostrar en todos estos años y cuya raíz es común a la del que ha desatado la crisis global que
hoy pone en jaque a los pueblos, desde los cuales brotan y se organizan los
indignados. La expresión más elocuente de lo que produce “en serio” el
capitalismo.
Los apelativos utilizados por el kirchnerismo para hacer
referencia al sistema económico y justificarlo son los mismos que explotan todos
los que integran el ejército de salvación del capital. Lilita Carrió, por
ejemplo, propugna desde hace años “moralizarlo”. Esas exhortaciones refuerzan en
la población el pensamiento dominante establecido en defensa de una economía
que, como admitió el intendente, es “intrínsecamente" injusta, lo que equivale a
reconocer que la injusticia es natural a la esencia del sistema que defiende.
Fue su mayor contradicción.
Hubo más. Habló de la integración de Azul al modelo nacional
y popular que “ha vuelto a levantar” las banderas históricas del peronismo:
independencia económica, soberanía política y justicia social. Lo dijo sin
ruborizarse. La Barrick Gold, la ley antiterrorista, el Proyecto X, los años de
constitución de una clase empresarial nacida con los fondos del Estado a la que
luego el mismo Estado se dedica a rescatar, los ajustes, los tarifazos, y podríamos
seguir, desmienten categóricamente al intendente. Dejaremos para otro momento
las contradicciones históricas del peronismo, porque no es el propósito de esta
nota.
Si de capitalismo serio hablamos, pongamos atención a la
tragedia de once, al vaciamiento petrolero, la deuda externa, la
descapitalización de la caja de jubilados, los negocios privados del juego, los
involucrados en la emisión de billetes. Como dijo Altamira en Bahía Blanca, subsidios sin
control para forrar empresas que se capitalizan fuera de todo interés
popular.
Puestos en el poder, los partidos políticos de la burguesía enderezan sus políticas en una dirección que no someten a debate, pues son sus intereses sectoriales los que las dictan; lo que explica porqué anoche sus exponentes en esta ciudad no le asignaron importancia alguna a ese tramo del discurso de Inza y también porqué Carús habló de
continuidad, aunque lo hayan inspirado otros fundamentos,. Él mismo lo sería. A ninguno se le cruzó por la mente cuestionar
las consecuencias criminales del sistema económico que sostienen.
Si quien fue secretario de gobierno en la gestión
duclosista, Nicolás Duba, se quedó con una vivienda construida para gente sin
techo y no la incluyó en su declaración jurada al momento de dejar la función
pública, lo que revela que tenía perfecta consciencia de la irregularidad de su
comportamiento; si el actual titular del área de turismo y fiestas populares
Hernán Bertellys ha podido sacar provecho del Estado en los años anteriores y
puede seguir haciéndolo pero ahora en calidad de funcionario público, con los
beneficios que el cargo le acarrea; si quienes están denunciados en la justicia
penal por hechos de violencia cometidos en plena campaña electoral han sido
premiados por el intendente con puestos de gobierno; si funcionarios municipales
violaron la prohibición constitucional de recibir doble remuneración proveniente
del erario público sin que les significara ninguna sanción penal ni
administrativa (sólo Mabel de los Santos habría renunciado por eso); para qué seguir.
Alcanza para tener cabal idea de la seriedad de la que habló anoche el
intendente Inza y que sus adversarios dejaron pasar cuando fueron entrevistados por los medios periodísticos.
Y también es suficiente para comprender las implicancias del
sistema del que todos ellos son sus defensores. Oficialismo y oposición. Los
trabajadores no ocuparon más espacio en el discurso de Inza que el de la irónica
mención a su política salarial. Digo irónica, porque se atrevió a calificar de
superadora la recomposición que decretó para los municipales, después de
reconocer que la administración pública local contiene categorías
remuneradas con salarios que no alcanzan el mínimo vital y móvil y de proponer contra un aumento salarial del 12 % un incremento de la tasa urbana del 25. Es más, contradiciendo su prédica de haber encontrado un plantel sobredimensionado, en 120 días de gobierno dispuso 166
designaciones.
No estuvo en su palabra la causa papelera, fuertemente representativa hoy en Azul de las fuentes de trabajo en riesgo en pleno kirchnerato, del mismo modo que no lo estuvo en
la crítica de sus opositores, más ocupados en sus intereses partidarios que de las 23 familias que hace ya seis meses se encuentran privadas de trabajar. Este factor también define al estado
capitalista en la economía del capitalismo en serio. No está en la idea de estos gobiernos la defensa de la clase obrera, a la que en cambio están dispuestos a sacrificar. También aquí la crisis se descarga profundamente sobre ella.
El sueño de oro de la burguesía es tener un gobierno que les
deje hacer plata y un movimiento social que no los complique (Gustavo López,
trabajador del taxi, integrante de la coordinadora de la Asamblea Popular en
Uruguay).