Por Jorge Altamira
CFK eligió el escenario de Cannes para reivindicar las bondades de un capitalismo ‘regulado'. Lo ponderó como una oposición a lo que llamó, con fortuna mediática, el "anarcocapitalismo". Una vez más, enterró sin mayores miramientos el legado histórico que dice reivindicar: ‘la patria socialista'. Si el mensaje pretende lo que dice, el capitalismo ‘regulado' sería la receta para poner fin a la bancarrota mundial en curso, aunque la Presidenta tuvo que retornar de Europa acosada por la fuga de divisas en su país, Argentina, las suspensiones y despidos y los anuncios de ‘tarifazos'. La Presidenta ni se percató de que el cónclave supremo al que estaba asistiendo tenía como propósito fundamental, precisamente, ‘regular' al capitalismo, incluidos todos y cada uno de sus regímenes políticos y gobiernos. En las horas siguientes, el italiano Berlusconi y el griego Papandreu tuvieron que despedirse de sus poltronas por una orden emanada del dúo Merkozy (Merkel-Sarkozy). El binomio franco-alemán funciona como una suerte de Guillermo Moreno en el Mercado Central.
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En Cannes se produjo un hecho curioso: CFK rechazó la ‘regulación' del mercado internacional de alimentos y también la aplicación de un impuesto a las transacciones financieras. ¡CFK reaccionó como la Presidenta de una Mesa de Enlace cuando los Merkozy le propusieron establecer una resolución 125 a nivel internacional! Para defender los ingresos por exportaciones agropecuarias de Argentina, CFK no tuvo reparo en coincidir en una alianza con el capital financiero que especula con materias primas. Parece una movida excelente, pero inviabiliza cualquier medida de ‘regulación' en cualquier otro mercado internacional. No solamente esto: fomenta el negocio de exportación de alimentos que favorece a los pulpos internacionales, cuando a Argentina le sería más conveniente un comercio bilateral de Estado, que favorezca la industrialización del país. Al impuesto financiero le objetó un argumento típicamente antiK -que si no se eliminaban las ‘cuevas fiscales', el Tobin tax ¡ahuyentaría a los capitales internacionales! En Cannes descubrimos la nueva pasión del kirchnerismo por los capitales internacionales de tipo financiero o golondrina. Como alguien le advirtió a la Presidenta que un Tobin tax podría llevar a ‘regular' el mercado de alimentos, CFK decidió cortar por lo sano y adherir al ‘anarcocapitalismo'. Un ‘anarcocapitalismo' K no es otra cosa que un ‘anarcokirhnerismo'.
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CFK eligió el escenario de Cannes para reivindicar las bondades de un capitalismo ‘regulado'. Lo ponderó como una oposición a lo que llamó, con fortuna mediática, el "anarcocapitalismo". Una vez más, enterró sin mayores miramientos el legado histórico que dice reivindicar: ‘la patria socialista'. Si el mensaje pretende lo que dice, el capitalismo ‘regulado' sería la receta para poner fin a la bancarrota mundial en curso, aunque la Presidenta tuvo que retornar de Europa acosada por la fuga de divisas en su país, Argentina, las suspensiones y despidos y los anuncios de ‘tarifazos'. La Presidenta ni se percató de que el cónclave supremo al que estaba asistiendo tenía como propósito fundamental, precisamente, ‘regular' al capitalismo, incluidos todos y cada uno de sus regímenes políticos y gobiernos. En las horas siguientes, el italiano Berlusconi y el griego Papandreu tuvieron que despedirse de sus poltronas por una orden emanada del dúo Merkozy (Merkel-Sarkozy). El binomio franco-alemán funciona como una suerte de Guillermo Moreno en el Mercado Central.
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En Cannes se produjo un hecho curioso: CFK rechazó la ‘regulación' del mercado internacional de alimentos y también la aplicación de un impuesto a las transacciones financieras. ¡CFK reaccionó como la Presidenta de una Mesa de Enlace cuando los Merkozy le propusieron establecer una resolución 125 a nivel internacional! Para defender los ingresos por exportaciones agropecuarias de Argentina, CFK no tuvo reparo en coincidir en una alianza con el capital financiero que especula con materias primas. Parece una movida excelente, pero inviabiliza cualquier medida de ‘regulación' en cualquier otro mercado internacional. No solamente esto: fomenta el negocio de exportación de alimentos que favorece a los pulpos internacionales, cuando a Argentina le sería más conveniente un comercio bilateral de Estado, que favorezca la industrialización del país. Al impuesto financiero le objetó un argumento típicamente antiK -que si no se eliminaban las ‘cuevas fiscales', el Tobin tax ¡ahuyentaría a los capitales internacionales! En Cannes descubrimos la nueva pasión del kirchnerismo por los capitales internacionales de tipo financiero o golondrina. Como alguien le advirtió a la Presidenta que un Tobin tax podría llevar a ‘regular' el mercado de alimentos, CFK decidió cortar por lo sano y adherir al ‘anarcocapitalismo'. Un ‘anarcocapitalismo' K no es otra cosa que un ‘anarcokirhnerismo'.
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