Hermanamiento entre Azul y Alcalá de Henares

Voces del pasado entre rocinantes imperialistas y quijotes desaparecidos

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Por Juancho Rubolino (UJS de Azul), el sábado, 26 de noviembre de 2011 a las 13:50.

En Julio del corriente año, la burguesía local viajó a España con el objetivo de concretar el hermanamiente entre Azul y Alcalá de Henares, localidad madrileña donde nació Miguel de Cervantes.

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Esta ciudad, situada a escasos kilómetros de la capital española, poco podria tener en común con nuestra localidad.
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Alcalá de Henares es un pequeño pueblo perteneciente a la provincia de Madrid. Su fundación data del primer siglo después de Cristo y recibió el nombre de Complutum, que significa confluencia de aguas. Esta región ha tenido el abrigo de varias culturas a través de su historia, una de ellas fue la musulmana, a la que le debe su denominación actual. La ciudad ha adquirido cierta fama, entre otras cosas, por ser la ciudad natal del autor del Quijote y tener una Universidad fundada en 1499 por el Cardenal Cisneros, unos de los más crueles inquisidores de la historia.

Hasta ahí, no encontramos ninguna ligazón con nuestra ciudad, más que por una colección del libro de Cervantes (que dicho sea de paso es una colección privada), como para dar cuenta de este hermanamiento.
Sin embargo, una serie de hechos históricos ocurridos en el siglo pasado puede llegar a ser de gran pista.
Durante la década del 30 España sufrió la Guerra Civil que enfrentó a la república con los nacionalistas al mando de Franco. Esta es historia conocida.
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El punto al que quiero llegar con este acontecimiento se relaciona directamente con Alcalá de Henares, ya que ésta fue sede de ejecuciones, torturas y otras atrocidades cometidas por los Estalinistas y luego por parte del gobierno Fascista.
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Esta ciudad fue la tumba del dirigente marxista del P.O.U.M, Andreu Nin.

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Nin fue un dirigente sindical revolucionario que en 1921 ocupó el cargo de Secretario General del C.N.T., Unión que confederaba sindicatos de ideologia anarco-sindicalista y comunismo libertario y que constituyó un gran cuadro revolucionario durante la guerra civil.
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Luego de haber comenzado la guerra, fue Secretario General del P.O.U.M. (Partido Obrero de Unificación Marxista), desde donde desarrolló una milicia revolucionaria que luchó en el bando republicano. En 1926 perteneció a la llamada Oposición de Izquierda, liderada por Trotski, en contraposición al regimen de Stalin.

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Durante la guerra, fue secuestrado en la llamada “Operación Nikolai” por agentes de la NKVD, luego trasladado a Alcalá de Henares, donde fue torturado y dado por muerto.
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Usted se preguntará qué relación tienen estos hechos con nuestra ciudad. La respuesta reside en que Azul fue un lugar clave en el esquema represivo de la última dictadura militar genocida, habiendo tenido varios centros clandestinos de detención y torturas y, en muchos casos, fue la última estación antes de la desaparición definitiva. Para ejemplo, está el Jardin Maternal Profesor Rubén C. De Paula.

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En los días de la dictadura más nefasta de la historia nacional, nuestro siempre muy oligárquico y eclesiástico pueblo funcionó como un gran centro operacional de mucha influencia.

Este parentesco cultural  está en las raíces del tan mentado hermanamiento. En efecto, el ya cuasi extinto modelo duclosiano trata de asimilar dos ciudades totalmente diferentes y lo hace partiendo de una colección privada y de una obra que si bien es de gran valor literario no representa nuestra propia historia nacional.
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En este caso, el Quijote se escondió en ambas ciudades, detrás de una penumbra de martirios, llevados a cabo por organizaciones que funcionaban como “rocinantes” de planes maquiavélicos puestos a destruir a la clase trabajadora.

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La hermandad tiene así más carácter histórico que cultural, dado que estas ciudades cargan sobre sus espaldas historias nefastas de dictaduras que, apoyadas por los grandes imperios capitalistas, se dedicaron a asesinar a la vanguardia obrera y socialista, en notable crecimiento.
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Deberíamos replantearnos la historia y conservar la memoria de aquellos que soñaron un mundo mejor, en lugar de pasar por alto estos terribles hechos con argumentos tan inconsistentes como los que sintetizan las afirmaciones ligeras de un “no sé, no te metás, algo habrán hecho”.
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Este hermanamiento se convierte en un fetiche que enajena nuestras verdaderas raíces y las condena al olvido.

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La europeización del pueblo es lo que desean los dueños del poder, en un especie de revival a siglos atrás donde la “civilización” era progreso y la “barbarie”, atraso.

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Para luchar contra esta enajenación cultural, debemos recuperar y valorar esa cultura que ha quedado sepultada debajo de la sangre de los vencidos, y así desarrollar una identidad nacional que nos permita interpretar nuestra historia. Sólo por ese camino tendremos posibilidad de comprender el presente y hacer florecer el futuro.