Por Chinaski
El sábado pasado se cumplieron 36 años de la última
dictadura militar. En Capital Federal , marchó por un lado la izquierda
convocada por Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y, por el otro, el kirchnerismo.
Lo más sobresaliente estuvo en la marcha K y,
particularmente, en la alianza de la Juventud Sindical y la JP Evita, que
buscan disputarle el poder a La Cámpora.
Esto demuestra el agotamiento del modelo, la ruptura interna
del Kirchnerismo y cómo sus fuerzas se dividen para acaparar poder político.
La división de aguas se puso de manifiesto en los incidentes
que se produjeron en el seno de esa manifestación. En la 9 de julio se
produjeron choques entre la JP Evita y el movimiento Barrios en Pie de Libres
del Sur. Según la crónica de algunos
medios, Libres del Sur eligió marchar
con la izquierda y cuando lo hacía se cruzó con la JP Evita que en un intento
por echarlos dirigieron amenazas y golpes
e incluso se vio a uno de sus militantes portar un revólver con total
impunidad.
Barrios en Pie es un
agrupación a lo “German Peka”, es decir, ex k que se ha decepcionado con alguna
de las acciones demagógicas del modelo Nac&Pop. En este caso, esta
agrupación salió a repudiar abiertamente la Ley Antiterrorista y el Proyecto X,
soltándole la mano definitivamente al Kirchnerismo.
Las acciones de la JP Evita son totalmente repudiables,
llegan a un límite. Un arma en una manifestación de este tipo puede llevar a
una tragedia.
Lejos de ser militantes, son verdaderos punteros políticos a
merced de que le bajen planes sociales o bolsas de alimentos, los que cambian
por sus “servicios” al “poder”.
Así funciona la microfísica del poder oficialista. Muchos de
estos punteros son pagos u ocupan cargos públicos y a su vez se ocupan de
organizar las patotas que, en la mayoría de los casos, pertenecen a las Barras
Bravas del fútbol argentino.
En nuestra ciudad, tenemos el ejemplo de las elecciones pasadas. Un grupo de
“militantes” de la Juventud de Moyano agredió a los militantes del PO que se encontraban
pegando carteles, propinándole a uno de
ellos un palazo en la cabeza, por el cual tuvo que ser derivado al hospital
municipal.
El autor de este acto de violencia hoy es funcionario público y se pasea por los pasillos de la municipalidad sin que lo haya alcanzado ninguna sanción, ni política, ni judicial.
Los hechos de violencia se producen desde el seno de una
política clientelar que es consecuente a un modelo que se está agotando y de
ningún modo obedecen al carácter que le intentan adjudicar sus defensores,
cuando los trivializan calificándolos de “aislados”. No son espontáneos. Son la
consecuencia de una política de punteros y patotas que nace y se organiza en el
poder estatal, pieza fundamental en el armado de un rompecabezas semejante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario