lunes, 5 de marzo de 2012

Vuelven las clases, vuelven los problemas



Escribe Nahuel Mirande (UJS-PO)
Como todos los años, el regreso a clases trae consigo reiteradas problemáticas en las instituciones educativas publicas. Pésimas condiciones edilicias, mobiliario insuficiente, matricula de alumnos que supera la capacidad de las escuelas, entre otros problemas graves, son los que nos acucian actualmente. De las preocupaciones primordiales que debe plantearse la sociedad y obviamente el gobierno es la de los chicos que quedan excluidos del sistema educativo. Lo que puede significar la alegría de retomar las clases para algunos, puede ser el dolor y la frustración para otros.

El aumento de precios de los útiles escolares ha sido de un 30% aproximadamente, a lo que se agrega el impacto de la quita de subsidios al transporte público, que se está haciendo notar con el importante aumento de tarifas. Estamos frente a una  política de ajuste que priva cada vez a más jóvenes de recibir una justa educación y las clases damnificadas por el sistema son un testigo viviente de este fenómeno.

Por otra parte, y como todos los años, el incremento salarial  que se le plantea a los docentes es miserable y mucho más si se lo compara con el desmedido aumento que en cambio benefició a los funcionarios del poder ejecutivo y a los legisladores de ambas cámaras, lo que ha despertado la total disconformidad de gran parte del sector. El sábado 11 de febrero se llevó a cabo el IV congreso nacional de Tribuna Docente en el cual participaron más de 250 delegaciones de todo el país. Allí se señalo que el ajuste K está en el centro de la crisis de la burocracia sindical y que el yaskismo refuerza su articulación con el gobierno, contra los intereses de la docencia y la educación. El congreso de tribuna docente decidió colocar entre sus principales consignas arrancarle a la burocracia las asambleas soberanas, un plan de lucha por 4000 pesos básicos y un 30% de aumento en todas las categorías con un programa que no contemple ningún tarifazo, ninguna suma en negro, como así también la defensa del 82% móvil, desechar las leyes privatistas, defender el estatuto, y terminar con la precariedad laboral.

En este contexto se reinician también las actividades en los centros de estudiantes, los que siguen sufriendo las consecuencias de la política kirchnerista, ya que no cuentan con total independencia y son sometidos a un programa bajo el control de las autoridades escolares. Está claro que es función de los centros de estudiantes ejercer la defensa de los derechos de los alumnos y desarrollarse con participación activa en la sociedad. De ninguna manera deben asumir como obligación el mantenimiento de las instituciones, funcionando como mano de obra gratuita a favor de los intereses del estado, ni de garantizar el financiamiento a las cooperadoras, como muchas veces ocurre. Es el estado el que debe hacerse cargo de mejorar las condiciones edilicias y sostener las instituciones educativas. Las cooperadoras funcionan de tal modo que vienen a suplir al estado en sus obligaciones. Los estudiantes tienen que elevar la lucha contra todas las falencias del sistema educativo. 

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