Escribe Oki Rae (Desde Chillar; UJS-PO, Azul).-
En un nuevo aniversario del autodenominado proceso de
reorganización nacional, se presenta la posibilidad de sacar algunas
conclusiones sobre sus causas, consecuencias, objetivos; es
decir, analizarlo y no dejar de hacerlo para poder ver cada vez con
mayor claridad.
Los dos demonios
Cuando asume Alfonsín, con la publicación del Nunca Más se
intentó explicar la dictadura militar como el enfrentamiento entre dos bandos;
la teoría de los dos demonios. En el prologo al informe redactado por la
CoNaDeP, se puede leer el fundamento de esa teoría: “Durante la década del 70
la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto
desde la extrema derecha como de la extrema izquierda”; a ese terror desatado
por el extremismo contra la población civil se lo sustituía con el estado de
derecho: “con la democracia se come, con la democracia se cura, con la
democracia se educa” supo decir el presidente radical Alfonsín.
El “exceso” atribuido a la represión con la que la derecha enfrentó
a la izquierda constituyó una coartada de cara a la sociedad. El Terrorismo de
Estado no vino a aniquilar a una guerrilla en pleno retroceso, sino al
movimiento obrero que se estaba organizando desde las bases contra la
burocracia y que con el Cordobazo inauguró un nuevo clima de lucha y clasismo,
clima que quiso ser calmado con la llegada de un viejo general que usando su
buena relación con el movimiento obrero garantizaría la paz social; pero este
objetivo no pudo ser alcanzado y fue necesaria la implementación de políticas
represivas: la aparición de grupos paramilitares; al 5 de la burguesía se le
estaba yendo las cosas de las manos. Luego, con su muerte y la presidencia en
manos de su mujer, la cosa se caldearía más. La clase obrera saldría por
primera vez a la calle contra un gobierno peronista en lo que se conoció como
el rodrigazo. El dirigente radical Balbín diría que había que combatir la
guerrilla fabril. A eso precisamente vino la junta militar: a terminar con la
tendencia de la clase obrera a organizarse por fuera de la burocracia y
apartándose de la colaboración de clases a las que peronismo los invitaba.
El gobierno de los derechos humanos
Desde la llegada del kirchnerismo al poder, se elaboró una
nueva versión de esta teoría, en la que se condena a la dictadura y se hace una
“reivindicación” de aquella generación, en cuanto combatiente contra un régimen
autoritario, represivo y contrario al estado de derecho; régimen inaugurado en
1955, donde se derrocó al líder del pueblo y se lo obligó a abandonar el país
(obligación que pudo desobedecer apoyándose en el pueblo); es decir, que en un
jugada muy ingeniosa, los herederos de ese gran 5 que tuvo la burguesía no
juzgaban a la clase obrera por haber intentado un giro a la izquierda, sino que
lo reivindican en el pasado, para limarle todo contenido revolucionario en el
presente. Dan un doble mensaje. A la burguesía le dicen que con estas
conquistas simbólicas y parciales mantendrán al pueblo alejado del extremismo
de izquierda y a la clase trabajadora le piden que banquen al modelo, que
moderen sus reclamos para no despertar al extremismo de derecha. Acá vemos cómo
vuelve a aparecer otra vez el estado de derecho como punto medio de dos bandos
que se complotan para atacar a los inocentes ciudadanos, un estado que combate
la critica por fuera de sus instituciones con fosforo blanco y torturas, como
Alfonsín en el asalto al cuartel de la tablada, o con la agudización de las
leyes represivas (ley antiterrorista, uso del código penal para perseguir la
protesta social) y la represión por medio de las fuerzas de seguridad o patotas
(las que mataron a Mariano), tal como sucede bajo este falso
gobierno nacional y popular.
La lucha continua
La explicación del 24 de marzo del 1976 debe darse teniendo
en cuenta el carácter de clase del estado; es decir, de defensor de una forma
de organización de la sociedad donde los dueño de la propiedad oprimen a los
que tienen que trabajar para cubrir sus necesidades. No por nada los militares
llamaban subversivos a los que decidían desaparecer, ya que cuestionaban el
orden existente, querían cambiar la forma de organizar la sociedad por una más
justa. Por eso a 36 años del golpe de estado la lucha tiene que
darse contra el régimen social (capitalismo) que los milicos
defendieron derramando sangre e independientemente del estado que no rompió con
su esencia burguesa y es heredero del estado que masacró como fundación a los
pueblos originarios, el de la semana trágica, la Patagonia rebelde, los
fusilados de león Suarez y un largo historial más, siempre defendiendo los
mismos intereses económicos.
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