martes, 1 de noviembre de 2011

JUICIO CAMPS, NOVENA SEMANA


(31OCTUBRE2011) La audiencia se desarrollaba con total normalidad en la Ex Amia, y las distintas personas  testimoniaban sobre el primer gran acontecimiento seleccionado por el Tribunal para trazar los relatos: el ataque a la casa Teruggi – Mariani. Pero a una hora de inicio de la audiencia algunos de los presentes hicieron un gesto quejoso cuando escucharon que uno de los defensores le pedía al Tribunal que dos de los imputados amplíen la indagatoria.

Cozzani fue uno de ellos, quién criticó a un periodista del diario Tiempo Argentino por una nota días atrás. El otro fue Etchecolatz, que tomará la palabra en la jornada de mañana (por hoy).
Primer testigo del día
No es la primera vez que Nieves Luján Acosta declara ante la Justicia. Lo hizo además en el Juicio a las Juntas, en el Juicio por la Verdad y en 2006 cuando se condenó a Miguel Etchecolatz.
Con respecto al hecho de calle 30 dijo que habló con Daniel Mariani poco antes de que lo asesinaran, y este le expresó que la bebé estaba viva ya que la habían sacado con una frazada del operativo.
A Nieves lo secuestraron el 3 de agosto de 1977 alrededor de las 18 hs. Ahí lo llevaron a la Brigada de Investigaciones de La Plata, donde recibió torturas y hasta le quemaron el pene. “Nos bañábamos una vez por semana”, recordó, y agregó que Santiago Cagna era uno de los compañeros de cautiverio, quién le pidió al testigo que cuando saliera le avise a los familiares de Ensenada de la situación.
Fueron días de tensión y terror, hasta que el 3 de septiembre lo trasladaron a la Brigada de Banfiel, ex  Centro Clandestino que no abarca este juicio pero que espera tratamiento ya que está en proceso de investigación. En ese lugar Acosta vio al periodista Perrota y a un compañero de apellido Agüero, oriundo de Ciudadela.
La esposa de la víctima también fue secuestrada, y según destacó Acosta ella “no declara por pánico, por miedo. Está dolorida de huesos, no quedó bien mentalmente”.
El hermano y el esposo, víctimas de la represión
Ana María Bossio sufrió durante el último gobierno de facto el asesinato de su esposo, Leonardo Miceli, y la desaparición de su hermano, Alberto Oscar Bossio. El secuestro, que ocurrió en su casa de 122 entre 70 y 71, Castillo “estuvo en el dormitorio conmigo, me trató despectivamente”.

Bossio señaló que en la búsqueda que hizo de su marido, acudió a la comisaría 8°, en donde estaban en mayo de 1976 varios integrantes de la banda de ultraderecha CNU. Dijo que el comisario de apellido Lara le mostró las fotos de los que estaban detenidos, y que entre ellas estaba la de Castillo. 
La única versión que le llegó a la familia es que Alberto Oscar Bossio se habría suicidado en la casa de Diana Teruggi y Daniel Mariani, días después del virtual bombardeo contra esa vivienda, ocurrido el 24 de noviembre de 1976. Según le contó un vecino, la víctima dijo antes de morir: “Viva la patria, viva montoneros”.
Fue el hermano quién le dijo a Ana María que vaya a la casa de calle 30 a ver que pasaba esa tarde de noviembre de 1976. La testigo recordó que la pudieron sacar viva a Cecilia Porfirio esa tarde, y que Clara Anahí quedó en la casa con su mamá, según le contó Chicha Mariani mucho tiempo después.
Más aportes a la Causa Mariani Teruggi
Nilda Noemí Aued  fue la tercera persona que declaró en la jornada de lunes. Su hermano fue asesinado por la dictadura cívico militar, y tenía estrechas relaciones de militancia junto a Daniel Mariani, quién fue asesinado el día que lo secuestraron a su amigo. El cuñado de la testigo también fue secuestrado a los pocos meses.
El hermano de Nilda Aued fue detenido el 1 de agosto de 1977. Esa misma semana, se llevaron a su amigo Nieves Acosta. Él vio a su cuñada en el Pozo de Banfield con un embarazo de seis meses.
Los médicos 
Néstor Pedro De Tomas había estado en el cuerpo médico de la Dirección de Sanidad del Departamento de Policía provincial. Cubrías las guardias junto a otros tres doctores. 
“Los cadáveres se identificaban con el Documento de Identidad y, cuando no lo tenían, los NN hacíamos una descripción antropomórfica de la persona”, sostuvo. 
“Yo vi más NN que en toda mi trayectoria de medicina legal”, dijo y agregó que la causa de todos eran lesiones por múltiples proyectiles de armas de fuego. 
También aclaró que muchas veces firmaban actas o certificados que estaban en los libros aunque no había visto los cuerpos, es decir, sin hacer la autopsia ni ver el cadáver. Esto se debía a que el certificado de defunción no lo llevaban inmediatamente.
Cuando se le exhibieron algunos documentos, el testigo explicó que eran las actas que le daban al Registro Civil. En este caso, correspondía al 25 de noviembre de 1976 (un día después del ataque a calle 30) y allí figuraba su nombre. De Tomas indicó que el 24 del mismo mes otro médico había constatado las muertes. Se trataba de las actas de Daniel Eduardo Mendiburu Elicalde y de dos NN más.
-En esa época para nosotros la medicina legal no existía- De Tomas le hablaba al Tribunal- Eran todos estos hechos.
-¿Qué hechos?
-Los de la subversión.
Cuando los jueces le preguntaron si asoció las noticias del 25 de noviembre de 1976, donde se hablaba de varios muertos, y los documentos que él firmó, De Tomas dijo que no hizo ninguna relación. Luego, los magistrados continuaron con la interrogación:
-¿Ponían que moría de un paro cardíaco cuando tenía un disparo en la cabeza?
-Sí, pero yo creo que es una mala práctica esa metodología de trabajo. 
“Yo tuve dos enfrentamientos, uno por barrio norte y otro por la zona del cementerio”, afirmó y agregó que hubo muertos y heridos. Allí intervino personal con uniforme del Ejército y Civiles. 
La Querella también indagó al testigo: 
-¿Retiró libros de la morgue en los ’80 del juzgado?
-Sí, doctora. Yo entregué a Sanidad, al Doctor José Albizur. 
Cabe destacar que De Tomas está siendo investigado en la causa "Navarro" por ser el funcionario policial que recibió del Juzgado Penal Nº 1 de La Plata (provincial) 23 libros de reconocimiento médico-legal, que nunca más fueron hallados. 
El cuerpo carbonizado
“Recuerdo el hecho porque a esa misma hora yo estaba en el Hospital Italiano por hacer una cesárea y tuvimos que esperar todo ese episodio”, dijo Héctor Almica Barbón, cuando se le consultó sobre el ataque a calle 30. “Yo tuve que hacer uno o dos certificados de defunción y me impresionó mucho el fallecimiento por carbonización”, comentó, explicando que tal cuerpo era femenino según el libro de guardia. A él también le exhibieron dos copias de acta, pero en este caso se trató de Roberto César Porfirio.
Luego de preguntarle reiteradas veces la misma consulta, Barbón respondió:
-A pesar de que estaba carbonizado, ¿es posible que le hayan tomado huellas dactilares?
-No miré los dedos.
El patriota
Héctor Reinaldo Amuchastegui insistió en que debía remitirse a otras declaraciones suyas y aclaró que cualquier diferencia se debería a su estado de salud: “Si hay algo que no coincide puede ser debido a eso”, remarcó. 
El día del ataque, él era oficial de logística. Por eso, el jefe del Regimiento 7 le solicitó que rodearan la manzana para que nadie se fuera. En caso de hacerlo, podrían identificarlo. “Después de dos horas, se escucha una explosión y prácticamente se termina el problema”, afirmó. El declarante consideró que había alrededor de cincuenta personas y cuatro o cinco muertos. 
Cuando llegó al Regimiento, se comentó que había un bebé en la casa, pero después no supo nada más. 
La Defensa le preguntó si sabía lo que era la “Intalaza 88,9” (que supo explicar con precisión) y “PAPI 3,62”, a la que identificó con armas de la Segunda Guerra Mundial. Por último, indicó su interés por declarar “para que en esta patria no vuelva a ocurrir nunca más las desgracias entre hermanos”. 
Otra vez la palabra de Cozzani
-Siento una profunda vergüenza por los que se enferman de miedo o de deshonra.
Así comenzó la declaración del imputado Cozzani, quien pidió atestiguar y dijo que, estando con Pernías –juzgado en la megacausa ESMA- en Marcos Paz, él le comentó lo que era PAPI: Proyectil Anti Tanque de tipo Infantería. “Quiero contribuir con Memoria, Verdad y Justicia”, afirmó, agregando que esas tres palabras no eran patrimonio de nadie y destacando: “Tengo claro que voy a ser condenado y quiero recibir con honra mi condena”. 
Además de referirse a ciertos testigos, el imputado indicó: “Si tuvieron coraje de ayer ser jefes de infantería, que se sienten y pongan lo que tengan que poner en este lugar”. También mencionó una nota publicada en Tiempo Argentino y su Defensa solicitó que se cite al diario o al periodista.   

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