sábado, 21 de septiembre de 2013

Por la organización LGBTI en Azul: Para conquistar lo que nos fue expropiado

Columna del Partido Obrero
Escribe: Elva Haydée Gratas Abot (*)

Te invito a que juntos transitemos este nuevo camino que debe ser de más organización de cara a las nuevas generaciones; unirnos en el desafío, para que el fruto resulte un paso más hacia la conquista de una igualdad real.

Necesitás fuerza, sacalas del dolor cotidiano que has soportado durante años, de no poder mostrarte como eres, realmente como eres. Con tus sueños apretados, con tus deseos ocultos, por la imposibilidad que tuviste siempre de no poder confiar en nadie, ni siquiera en tu propia familia; allí, más de una vez encontraste la peor de las opresiones.

Aires renovadores nos circundan, pero no son suficientes, debemos seguir dando batalla.

Es verdad que hemos roto cadenas ancestrales; hoy tenemos una ley de igualdad de género; pero no alcanza.

La Agrupación LGBTI 1969 destacó en un reciente comunicado “los ataques a las compañeras trans y travestis, particularmente aberrantes los últimos meses en la ciudad de La Plata, los recientes ataques lesbofobicos en Baradero, el genocidio silenciado que sufren las trans y travestis teniendo una esperanza de vida de solo 35 años, la marginación laboral y la discriminación sufrida por nuestra comunidad en todas las instituciones estatales”, entre las problemáticas que seguimos teniendo en Argentina y que nos ponen frente a la necesidad de profundizar la lucha.

Debemos penetrar mentalidades retrógradas que quizás no logren entendernos y su transformación también depende de nuestro trabajo, porque ellas son el resultado de un esquema de poder que las reproduce interesadamente.

Fuimos exhibidos al mundo por una ideología -ciencia, cultura, religión, política- que nos hizo sentir diferentes, como grotescos, como enfermos, como personas que todo cuanto tocábamos manchaba.
Éramos la oscuridad. El pecado. Lo que debía ocultarse.

Durante años a través del mundo, nos agrupábamos luego de transitar la soledad de nuestras propias sensaciones e incertidumbres, de nuestros propios interrogantes.

Nos agrupamos. Conocimos la solidaridad en toda la plenitud del concepto.

Y nos conocimos y nos defendimos. Conocimos “nuestras diferencias” y supimos que no eran malas, que eran naturales, que emanaban de nuestras propias naturalezas, diferentes a la mayoría de los mortales, pero naturales. Amábamos.

“Los otros”, doblemente otros –custodios de un sistema de doble opresión que defendió la familia heterosexual como modelo y los intereses de la clase capitalista que se aprovechó de ella- dictaban las leyes. Fuimos oprimidos y aún lo seguimos siendo como consecuencia de las reglas culturales que dictaminaron quienes, erigidos en jueces, señalaban “lo que estaba bien” – “lo que era malo” – “lo que se podía” – “lo que no” -.

“Los otros” “Los que mandaban” “Los erigidos en jueces” se enfrentaron con un grupo emanado de una naturaleza distinta en la manera de sentir, de actuar, de pensar, de amar.

No pudieron borrarnos del mapa. Nos persiguieron. Nos torturaron. Nuestra esencia lleva el sello de infinitos mártires que pagaron con su vida el derecho de ser naturalmente como nacieron y también de amar.
Y aquí estamos, surgiendo a través de los siglos. Renovándonos en los nacimientos de esta naturaleza de diversidades.

Y en esta batalla debemos estar todos juntos, lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, heterosexuales, por la aceptación de las diferencias y la única emancipación posible, que es la que debemos alcanzar oprimidos y explotados.

Sólo así, expandiendo la lucha con ese horizonte como meta, podremos intervenir en la conducción de un camino que hoy encuentra a una nueva generación empezando a amarse sin retaceos, a mostrarse y a demostrar sus sentimientos sin ocultarlos.

Es la generación a la que le toca seguir empujando por la concreción de la igualdad de de clase y de género. Y a nosotros, organizarnos con ella sobre los objetivos de la época hasta que la vida nos alcance.

No nos quedemos paralizados en el conformismo, aceptando sin interpelación nuestro silenciamiento. La reivindicación de Cristina Kirchner como abanderada de nuestros derechos sólo produce la parálisis de un movimiento que tuvo la fortaleza de arrancar algunos derechos, sólo algunos. Sigamos adelante por nuestras reivindicaciones.

Honremos de esta forma a quienes durante generaciones dejaron sus vidas en las luchas diarias, en los enfrentamientos que tuvieron que protagonizar y sufrir, en los renuncios estériles que fueron horadando destinos; y operemos con nuestras fuerzas hasta que se extingan, por todo lo que falta.

En lo personal, considero que  mi trayectoria fue de respeto hacia la diversidad y que siempre me mostré con profunda claridad. No tuve mayores dificultades; debo reconocer, sí, una contención interna permanente.

Ostento el privilegio de haber logrado la identidad legal en el primer matrimonio igualitario que se llevó a cabo en mi ciudad de Azul.

Cuando junto a mi compañera tuvimos la necesidad de hablar para que escucharan nuestros legisladores que desde el interior del país también necesitábamos tener leyes de igualdad, así lo hicimos.

Leyes que salieron gracias al esfuerzo y la siembra cotidiana de diversas organizaciones que vinieron batallando desde los diferentes lugares del mundo a favor de la comunidad homosexual, y en este caso especial, en nuestro propio país.

Azul tiene una comunidad homosexual oculta en su seno, que no ha podido surgir organizada, que asimiló seguramente con dolor, sufrimiento y sacrificio las reglas impuestas por una cultura dictada. Esa comunidad tiene que entender que con su silencio no honra la dura batalla que esgrimieron nuestros perseguidos y nuestros mártires y tampoco contribuye a salir a conquistar lo que nos fue expropiado.

Llamémonos a organizarnos y a hacerlo desde las consignas de independencia del Estado, iglesia y fuerzas políticas portavoces de los intereses de las clases dominantes, y por nuestras reivindicaciones.

La comunidad homosexual de nuestro país se debe levantar enérgicamente de la mano del movimiento de los trabajadores, del movimiento de mujeres y de la izquierda independiente que lucha y se organiza.

Sumémonos también a una gran campaña para que desde los distintos puntos del país el Frente de Izquierda y de los Trabajadores que integra el Partido Obrero logre en los distintos Concejos Deliberantes y las Legislaturas Provinciales y Nacionales las suficientes bancas desde donde se puedan expresar también nuestras voces.


(*) Primer matrimonio igualitario de mujeres en la Provincia de Bs.As., segundo en el país; candidata a concejal en Azul por el Frente de Izquierda.

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