miércoles, 27 de febrero de 2013

Amia: todos son encubridores


Jorge Altamira |
Lo peor que le podría ocurrir a la ciudadanía es suponer que el ‘punto final’ a la masacre de la Amia derivaría en forma exclusiva del acuerdo con Irán que se encuentra a votación en el Congreso.

El ‘punto final’ está instalado en la causa que animan Canicoba Corral y Nisman, manejada desde Estados Unidos. El expediente, que excluye a la ‘conexión local’ y a varios cómplices y protagonistas internacionales, es un monumento al encubrimiento. Opera en función de la política norteamericana frente a Irán.

En la misma línea equivocada se encuentra la conclusión de que el acuerdo procura enmascarar la responsabilidad, digamos, de Irán. Hay mucho más que esto. El atentado a la embajada de Israel primero, y a la Amia dos años más tarde, es el emergente de un sistema que entrelaza en la ilegalidad, la corrupción, la conspiración y el terrorismo a una totalidad de protagonistas: Estados Unidos; el conjunto del aparato y de los servicios del Estado argentino; Israel, Irán y Siria; los gobiernos ar- gentinos desde Alfonsín hasta los K; la dirigencia de la Daia, la entidad de la comunidad judía en Argentina; los servicios de espionaje como la CIA, el Mossad y los iraníes y argentinos; las redes de narcotráfico ligadas a esos servicios, en especial la DEA. Todos estos protagonistas colaboraron y se enfrentaron entre sí en, por lo menos, las cuatro últimas décadas. Los atentados son el emergente de pactos mafiosos incumplidos o intereses afectados; nadie los quiere esclarecer, porque cualquier indicio veraz descubriría toda la trama. La orientación que siguen los jueces cambiantes de la causa está condicionada por la necesidad del encubrimiento y por el interés del momento. La oposición parlamentaria que critica el acuerdo con Irán con el argumento de que violentaría la jurisdicción argentina, o de que tiene como contraparte a un Estado que niega el holocausto, juega sencillamente su parte en la operación de encubrimiento, porque no hay nada en el expediente judicial que se defiende que ponga de manifiesto al conjunto de la trama mafiosa-estatal que desembocó en los atentados. Una caracterización correcta de lo ocurrido refuta la tesis de numerosas organizaciones de izquierda, que afirma que los atentados fue- ron una acción ‘defensiva’ o una ‘represalia’ contra el sionismo de parte de “combatientes árabes”. Lejos de esto, fue una respuesta al incumplimiento o ruptura de pactos que juntaron a unos y otros en numerosas ocasiones. Nuestra posición, la del Partido Obrero, es otra: que se abran los archivos de todos los Estados.

¿Hay alguna conexión entre la masacre de Río Tercero y la de la Amia? Claro que la hay, y de paso digamos que el tercer atentado es el que ya ocurrió en la calle Pasteur. Es que lo de Río Tercero fue una tentativa de borrar huellas del tráfico de armas a Ecuador y Bosnia, o sea a la guerra en los Balcanes, a través de Croacia. En este tráfico promovido por Menem y Fabricaciones Militares, intervinieron países musulmanes, como Turquía e Irán, y también Estados Unidos e Israel, interesados en la desintegración de Yugoslavia. A pesar de toda su propaganda de negacionismo anti-judío, Israel apoyó a Irán contra Irak durante casi una década, con toda clase de armamento, y el mismísimo Reagan lo hizo a través del acuerdo secreto Irán-contras. Compañías de aviación vinculadas con las fuerzas armadas de Argentina (Transportes Rioplatense), trasladaron armas a las guardias revolucionarias de Irán. La conexión militar entre varios de estos protagonistas viene de mucho más lejos, cuando los grupos de tareas de la dictadura y militares israelíes participaron en las acciones de contrainsurgencia en América Central, bajo el patrocinio norteamericano. Esto los vinculó, asimismo, con el narcotráfico colombiano, en especial el cartel de Medellín de Pablo Escobar. La familia de este acabó recalando en Argentina con pasaporte colombiano, o sea con el visto bueno de Estados Unidos. Paramilitares de Israel entrenaron a las bandas narcotraficantes, y algunos de ellos fueron llevados a los tribunales por estas actividades. Los grupos de tareas nacionales que se afanaron en estas labores se convirtieron en la mano de obra desocupada, que formaría la ‘conexión local’, en los subsiguientes años de la democracia. Un dirigente de la Daia aparece como comprador de propiedades de Escobar.

Existe una causa abierta por la destrucción de pruebas del atentado a Amia, que involucra, además de Menem, a dirigentes de la Amia, como Rubén Beraja, vaciador serial de entidades financieras con la complicidad del menemismo. La Daia no reclama hoy, sin embargo, que el acuerdo con Irán contemple el esclarecimiento de su dirigencia en la destrucción de pruebas. La conducción de la institución es una continuidad política de la gestión de Beraja ¿Teme que los iraníes saquen a relucir esa complicidad con el menemismo ante la “comisión de la verdad” en Teherán? Menem financió su primera campaña electoral con dinero de Siria, a la que prometió el oro y el moro en materia nuclear y en la tecnología del cohete Cóndor II. Parecía que iba a cumplir con su gabinete Bunge Born-Galimberti, pero cambió con su giro a la banca norteamericana. Fue entonces que Argentina pasó a ser “aliado extra Otan”, y el canciller de Menem a regalar Malvinas a los ingleses. Israel nunca aludió a una “pista siria”, quizá porque en la época del atentado estaba negociando con optimismo un acuerdo con ese país por las colinas del Golán. Por ese tiempo, los K miraban hacia el punto cardinal opuesto al de Malvinas, y peleaban los hielos continentales a los chilenos. Si alguien le pasó la factura al Estado argentino con la ejecución del atentado, debe ir a la cárcel, pero acompañado de la revelación de todos estos trasiegos secretos con los diversos Estados que participaron.

Néstor Kirchner prometió abrir los archivos de la Side pero no lo hizo, y con justificados temores. La mano de obra desocupada y los servicios de seguridad entrelazados con los ex grupos de tareas, están indicados como los autores materiales de la masacre. El ‘punto final’ que se propone consumar con la ‘comisión de la verdad’ se parece mucho a las treguas y paces que concertan las mafias cuando sus enfrentamientos se pasaron de raya o han perdido actualidad. Por de pronto sigue el libreto norteamericano de apuntar hacia Irán, contra quien está aplicando sanciones económicas brutales para que renuncie a un desarrollo de energía nuclear -sin importarle que Israel tiene un arsenal atómico absolutamente sideral. Son muchos, sin embargo, los que se oponen a este tipo de desenlace, aunque no figura entre ellos Obama. También Irán tiene un Congreso, incluso más vivaz que el criollo. Cuando el debate tenga lugar en ese recinto, saldrá a la luz una fuerte rivalidad interna. Por eso Ahmadineyad se esmera en dar seguridades a sus acólitos, que tendrá dificultades en cumplir.

En definitiva, en el caso Amia, como en todos los casos fundamentales en el país, oficialismo y oposición son las dos caras de una misma política podrida. Vamos con la izquierda.-

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