lunes, 20 de agosto de 2012

Tandil: Los secundarios contra la regimentación K


Pablo Giachello, Partido Obrero; en Prensa Obrera.

A través del programa de Lanata, tomó repercusión la batalla política a la que se enfrenta el movimiento estudiantil secundario en general y en la provincia de Buenos Aires en particular. El estudiantado sufre una batería de iniciativas montadas desde el aparato del Estado en connivencia con las direcciones de los colegios de distintos lugares del país, que bajo la conducción de La Cámpora bregan por regimentar a los jóvenes tras la defensa del “proyecto nacional y popular”.

Bajo la tutela del Estado, no hay cabida a la heterogeneidad política y a la libre elección de los estudiantes. Lo sucedido en Tandil es una muestra contundente de la regimentación K. Allí, un encuentro de centros de estudiantes convocado desde las direcciones colegiales para discutir las problemáticas estudiantiles, derivó en una jornada por el “fortalecimiento de la democracia”, impulsada por La Cámpora a través del juego “el héroe colectivo”, en alusión al “Nestornauta”. Una compañera militante de la UJS, presidenta del centro de estudiantes de su colegio en Tandil, denunció fuertemente la manipulación kirchnerista y defendió ante los medios de comunicación el derecho de los estudiantes a hacer política, no sólo como instrumento para luchar por la defensa de sus derechos y reivindicaciones, sino también como herramienta para la transformación social.

La lucha política en el movimiento estudiantil secundario no es una lucha “contra la política en los colegios”, es una lucha contra la regimentación estatal. En el caso de la provincia de Buenos Aires, ya hemos denunciado desde estas páginas cómo el Estado se ha inmiscuido en la organización de los centros de estudiantes secundarios, a través de la Resolución 4288, que encomienda a los “…inspectores, directivos, docentes y auxiliares la promoción y el desarrollo de los centros de estudiantes”, unifica en una misma fecha todos los procesos electorales para garantizar un control riguroso por parte del gobierno, y deja en claro que “todos los estatutos deben adecuarse a las presentes pautas (por las arriba mencionadas) en su proceso de constitución”.

Se trata, claramente, de un proceso de regimentación estatal del movimiento estudiantil. Tanto en el Colegio Nacional de San Isidro como en el Paula Albarracín de Vicente López, fue quebrada la tentativa de implementar la Resolución 4288 por la acción masiva y decidida de centenares de estudiantes, realizando sentadas en las puertas de sus colegios. Allí se impusieron elecciones en las condiciones decididas por los estudiantes. Como se ve, el escándalo de Tandil no es más que un botón de muestra de un proceso político vivo que se desarrolla entre los secundarios.

Sucede que el kirchnerismo ha fracasado a lo largo de diez años en avanzar en la cooptación del movimiento estudiantil. La explicación es simple: al movimiento secundario no le es fácil comprar el buzón K, ya que es el propio gobierno el responsable del desfinanciamiento, el derrumbe educativo y el ataque a la docencia. Por el contrario, son las fuerzas de la izquierda las que desarrollan un papel protagónico entre las organizaciones de masas reales del movimiento estudiantil, porque enfrentan esa política antieducativa.

Las masivas movilizaciones que se han desarrollado este año en el oeste del Gran Buenos Aires, en Pergamino, La Plata o la toma de los colegios en Capital, dan cuentas de que la regimentación K no prosperará.

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