Una nueva
inundación cubrió la ciudad el último viernes y sábado. Hacía ya 10 años que no
se daba este fenómeno. Las fuertes lluvias producidas durante la semana desataron
finalmente la furia del arroyo. En principio, se la comparó con la inundación
del 2002, justamente la última, con anterioridad a ésta; luego que bajó el
agua, se dijo que era comparable con la del año ochenta, la peor de la historia
para nuestra ciudad. Ahora, la pregunta es ¿por qué no se alertó desde un
principio cuál era el caudal de agua que traía el arroyo?
Desde
primera hora del viernes, en las distintas radios empezó a circular la información
de un posible desborde, debido a las fuertes precipitaciones registradas en la
zona de la cuenca. Con el correr de las horas, esto se fue haciendo cada vez
más real debido a la gran masa de agua que provenía de la vecina ciudad de Chilar
y alrededores (más de 200 mm había llovido en una de las tantas estancias que
rodean a nuestro Partido). En uno de los primeros partes oficiales se dijo que
sería una inundación comparable a la del año 2002; debido a esto, muchas
personas subestimaron la situación, pensando que el agua no llegaría a sus
hogares, pero en las últimas horas del viernes y primeras del sábado comenzó a
tomar cuerpo el esperado desborde y desató consecuencias imprevistas. Claramente,
la información se manejó mal. Desde un primer momento se tendría que haber
hecho conocer a los vecinos que el caudal
de agua que avanzaba sobre la ciudad era realmente superior al anunciado, lo
que hubiera permitido tomar mayores recaudos a tiempo.
Desde la
tarde del viernes, las personas se acercaban preferentemente al sector de la
costanera y el parque a vigilar el
comportamiento del arroyo. Mientras el agua subía lentamente, los distintos partes de prensa fueron pronosticando
distintos horarios para el pico de agua, lo que generó un importante
desconcierto en la gente que buscó realizar sus propias mediciones y, como en el
80, terminó sorprendiendo la envergadura del problema.
Si bien
las obras realizadas luego de la última inundación ayudaron a evitar un mayor
perjuicio y a que el agua escurriera más rápido, hubo sectores de la ciudad muy
afectados, como lo fue el del parque, Club de Remo y Balneario, donde llegó a
registrarse más de un metro de agua en las casas. Sin embargo, como contraste, en
el denominado sector de costanera norte los distintos trabajos pasaron su prueba
y evitó que pasase a mayores; también hubo desbordes, pero pudo haber sido
mucho peor. Esto tendrá que ser objeto de nuevas políticas y de nuevas obras
que ayuden a contener grandes caudales de agua, porque a la vista está que los
realizados no han sido suficientes.
En este contexto difícil, se impone repudiar los actos de vandalismo que se dieron en la madrugada del sábado. Mientras las
personas se preocupaban por salvar lo que habían logrado con años de sacrificio,
otros aprovechaban la confusión para sacarle provecho al drama. Y como siempre,
hay que insistir en aquellos comportamientos que no contribuyen a resolver la
emergencia y en cambio la agravan. El tránsito de vehículos por las calles inundadas provocaba un
oleaje que terminaba arrojando mayor cantidad de agua al interior de las viviendas, lo que
demuestra que todavía no hemos madurado lo suficiente para enfrentar con responsabilidad
un desastre como el que nos tocó vivir en esta ocasión.
Tampoco
se puede soslayar el abandono que sufrieron los trabajadores de la fábrica San
Lorenzo, adonde no llegó el operativo de seguridad que se organizó para esta
emergencia. Vaya a saber porqué motivo los equipos de rescate no evacuaron a
los operarios de la fábrica que tuvieron que salir por su cuenta, cruzando
campos con más de un metro de agua, lo mismo que le ocurrió a un empleado de la
TV digital por cable, a quien tampoco acudieron a ayudar.
La ciudad
nuevamente amaneció con aquella vieja fotografía de vecinos limpiando lo que el
agua deja a su paso. Hubo quienes perdieron mucho, otros que llegaron a salvar
lo que tenían; cada cual con sus propias secuelas. El Estado hizo lo que pudo, pero quienes están hoy en función de gobierno deberán tomar cartas en el asunto para
estar mejor prevenidos en el futuro.
Merece un
reconocimiento especial la gran campaña solidaria que están llevando adelante
instituciones como el C.U.A, Cruz Roja y tantas otras, cuyos voluntarios
dedican su tiempo para colaborar con los damnificados, lo que demuestra que la
ciudad está de pie y que a la hora de ayudar, la solidaridad se organiza y se
expresa.
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