martes, 29 de noviembre de 2011

Inza pide transparencia en el traspaso de gobierno y Duclós la reclama para la función pública



LA TRANSPARENCIA


Después de la victoria electoral, el Frente para la Victoria apuró una iniciativa legislativa que figuró para "la transparencia del traspaso" del poder comunal, poniendo especial énfasis en sacarle provecho a la transición mediante la obtención de información sobre los números del Municipio en cada una de sus áreas. El intendente electo, José Inza, llegó a presagiar que revisaría contrato por contrato, primer alerta de eventuales despidos que podrán realizarse sin consecuencias económicas para la Comuna gracias a la prekariedad laboral a la que se encuentra sometida más de la mitad de su personal.

Ese fue el primer embate del kirchnerismo local, hoy asociado estructuralmente al barberenismo, contra la gestión duclosista que culmina después de doce años de gobierno.



Las dos fuerzas políticas en pugna (FpV y FAP) pactaron sobre esa base la consagración de una ordenanza que estableciera reglas para ordenar de aquí en más los cambios de gestión, aunque no le ahorró al saliente el disgusto de verse sometido a cuestionamientos públicos puntuales de los que fue vocero quien suena a estas horas como firme candidato a ser Secretario de Gobierno, Luis Conti.

Duclós remató con un proyecto de ordenanza que obliga a los funcionarios municipales a exponer y acreditar en forma pública la situación patrimonial previa y posterior al cumplimiento del mandato y para destruir cualquier crítica tomó la iniciativa de presentarse junto a su equipo en audiencia pública, a esos fines, lo que hará mañana, el último día de Noviembre.

No satisfecho con eso y a través de otro proyecto de ordenanza introdujo a discusión del Concejo Deliberante un plan director de ordenamiento edilicio que dispone crear el Centro Administrativo Municipal en el edificio del ex supermercado SUMA (25 de Mayo y San Martín), donde relocalizar las oficinas municipales, reservando el Palacio Municipal para las áreas de conducción política y del Concejo Deliberante.

El kirchnerismo local, mientras tanto, ni siquiera ha asumido el gobierno que ya se ha convertido en un campo de guerra. Distintos sectores internos se disputan impiadosamente cada metro cuadrado del palacio comunal. Una innata cualidad del peronismo.

Allí pugnan contra los viejos cuadros del barberenismo traídos al escenario por el propio Inza -Conti, según habría dicho, sería su límite a los cuestionamientos- jóvenes y no tanto de la progresía entrista autoproclamada lambertiana, nacionalistas de izquierda peronista, sindicalistas, peronistas ofendidos, La Cámpora, Juventud Sindical, sabatellistas, etc. etc. Como dijo alguien, el peronismo no es el hecho maldito del país burgués, sino el hecho burgués del país maldito.

"Inza está loco", se suele escuchar, y no se sabe muy bien qué critica esa afirmación. Si un armado político en el que nadie pensó –por derecha- o el simple hecho de haber asumido un liderazgo imposible de realizar sin traumas. Ya lo advertimos en una columna anterior. Su inclinación hacia lo más viejo del peronismo -Barberena-, bajo la excusa de no estar en condiciones de gobernar sin cuadros burocráticos "expertos" y no tener en su reservorio inmediato capacidades para reclutar, es cuanto menos un síntoma de gran debilidad política.

No hace mucho, ya superadas las elecciones, Luis Conti fue víctima de un ataque anónimo que a través de declaraciones periodísticas atribuyó a sectores del gobierno de Duclós. Sin embargo, nadie compró esa novela. El hecho que salió a denunciar –habían arrojado ácido sobre su automóvil- se producía en un contexto de definiciones políticas internas claves de su propio espacio político y sobrevenían a otros episodios de violencia protagonizados por sectores k, como el ataque deliberado contra los jóvenes del Frente de Izquierda y de los Trabajadores durante la pegatina el último día de campaña, hiriendo a uno de ellos en la cabeza,  y la patoteada feroz en algunos centros de votación que nadie salió a denunciar públicamente.  Matones puestos para “apretar”,  asegurar la perpetración del robo de boletas o asegurar que no se pusieran aquellas que necesitaban desaparecer. Patotas organizadas y pagas. La famosa militancia rentada que hoy pugna por sus puestos.

No hace falta ser muy perspicaz para comprender que todos esos hechos están unidos por un mismo hilo conductor. Conti tiene muy cerca suyo a los responsables de haber echado ácido sobre su vehículo. Y el máximo responsable de sostener esas formaciones delincuenciales se llama José Inza, junto a los dirigentes de primera línea que las organiza y las aprovecha.

Pero estos componentes también son naturales al peronismo. Mariano Ferreyra fue asesinado por patotas sindicales cuya formación y existencia han sido alimentadas desde el seno del poder kirchnerista.

Inza no adolece de ninguna perturbación mental. Se adapta a las exigencias del modelo que en esta nueva etapa profundiza su plan de ajuste contra el pueblo, armado con tarifazo, tasazo, boletazo;  ningún presupuesto para incrementar los sueldos de los empleados públicos y techos muy bajos que limitan la discusión salarial en los ámbitos privados.

Tan es así, que el gobierno nacional planifica la represión a la protesta social. Sin embargo, en Azul, antes que discutir el traumático escenario que se avecina, se disparan con lo más sustancioso de la demagogia. Inza corre a Duclós con la “transparencia” del traspaso de gobierno y Duclós le devuelve con la “transparencia” de la ética pública a lo “Lilita”. Ninguna de ambas cosas son decisivas para algo. Los funcionarios municipales  ya están obligados legalmente a presentar sus declaraciones juradas, que son instrumentos probadamente inútiles y de arte decorativo.

Uno se ataja de lo que pueda venir y el otro procura contrastar con su imagen de hombre ético la propia del ex intendente Juan Barberena, hoy inmiscuido en el armado de José, quien fue popularmente señalado como enriquecido al amparo del Estado, después de estar en la función pública.

Hay una forma de robar que las leyes penales condenan. Pero hay también otras formas de robar que las normas en cambio no reprimen.  Hay tantas formas de robar. La crisis global, es un ejemplo.

            Viene bien aquella reflexión acerca de que «La democracia no muere por la corrupción; solamente hiede»

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