martes, 25 de octubre de 2011

Juicio Circuito Camps

Las versiones de los vecinos de la calle 30
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Declararon Carlos Ángel Leotta y Liliana Stancatti, dos testigos que presenciaron los tiroteos a la casa de la familia Mariani-Teruggi. Además, el Tribunal dispuso contemplar las fotografías sobre el hecho que había presentado Elsa Pavón, Abuela y vicepresidenta de la Asociación Clara Anahí.


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Por Secretaría de Prensa y Difusión – APDH La Plata
(25OCT2011) - El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata reanudó la audiencia ayer con la resolución unánime de aceptar las fotografías del ataque a la calle 30 que la Abuela Elsa Pavón, vicepresidenta de la Asociación Clara Anahí, presentó ayer en el marco de su declaración. Las imágenes son las que fueron utilizadas por el diario El Día para informar acerca de los hechos ocurridos el 24 de noviembre de 1976, material que serviría para refutar la versión de los represores sobre el supuesto incendio que acabó con la vida de la nieta de María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani.
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A continuación, el juez Rosanzki hizo ingresar a la sala al testigo Carlos Ángel Leotta, un vecino tornero que durante la última dictadura vivía en 55 entre 28 y 29, a pocas cuadras de la casa donde se imprimía el material gráfico de la Agrupación Montoneros.  

Una mañana se escucharon unos tiros de armas pesadas y pequeñas calibre 22 mientras caminaba por diagonal 76 y 55 —dijo el testigo, quien aseguró saber de balas gracias a que había hecho el Servicio Militar Obligatorio—. Caminé hasta mi casa y vi que un camión del Ejército había ingresado por la parte de atrás de la manzana.

Leotta recordó con lujo de detalles a los dos autos que estaban frente a la casa del ataque, desde donde no se disparaba. “De allí bajaron dos señores de trajes y me llamó la atención uno que era gordito, pálido y de traje claro, quien sacó un pañuelo a modo de contraseña y pudo pasar”, afirmó. Y agregó: “Con el tiempo supe, a través de las fotos de los diarios, que ese hombre era Ramón Camps”.

En cuanto al resto de los efectivos que desarrollaron el operativo, el testigo los describió como “jóvenes que llevaban armas grandes y que no estaban vestidos de militares”. Luego coincidió con los demás testigos acerca de la balacera incesante durante horas y en el “tremendo agujero” que hizo el “bazookazo” en las paredes de la casa, además de dejar “un olor a pólvora muy fuerte que se sentía a más de una cuadra”.

La Gallega

Así le decían los vecinos del barrio a la almacenera oriunda de España que atendía el local de la esquina.

—Ella me contó que habían matado a la chica de la casa (por Diana Teruggi), pero que su beba había sido retirada con vida después del tiroteo…viva y con una manito lastimada.

Leotta mencionó, además, que cuando se la llevaban alguien dio un grito “fuerte y profundo que lo escuchó toda la cuadra”:

—¡Viva la Patria!

Asimismo, la Gallega sabía de su actividad sindical, motivo por el cual lo habían despedido del Ferrocarril donde trabajaba. “En aquella época sólo se hablaba de esas cosas si había confianza”, puntualizó. Y añadió: “Yo no le quise preguntar mucho y entonces no me dijo quién se había llevado a la nena, pero estoy seguro de que me comentó que la madre de la beba la había puesto envuelta dentro de la bañadera, y que por eso se había salvado”.

Por último, el testigo declaró haber observado que los soldados “no tiraban”, como sí lo hacían “los que tenían vaqueros” y el propio Camps, quien se durante el operativo se había dedicado a disparar desde un techo.

La otra vecina

Liliana Stancatti vivía con su madre en la calle 56 entre 24 y 25 y trabajaba en el Modubank de City Bell en tiempos de la última dictadura. El 24 de noviembre de 1976 estaba con carpeta médica haciendo reposo en la cama cuando oyó “ruidos que parecían pirotecnia”. Así les pareció al principio, “pero pronto vimos pasar helicópteros, camiones del Ejército, ambulancias, personal del Regimiento 7º, todos en contramano desde la calle 22”, describió la testigo. “Esto fue desde el mediodía hasta las cinco de la tarde más o menos, y ellos nos gritaban que nos metiéramos a nuestras casas porque tenían armas grandes”, agregó.

Para después del golpe, según Stancatti, el Modubank del que era empleada contaba con seguridad pública y privada, y uno de los hombres policías fue quien le contó que por las noches hacía “rotation” y que por eso estaba “tan cansado”.

—Pero yo no participé del episodio de la calle 30 —le dijo una vez—, aunque sé que a la beba se la llevó un oficial que tenía una esposa que no podía tener hijos.

Ante la pregunta del juez Rozanski, la testigo no pudo precisar la fecha en que éste policía le comentó lo anterior. Sin embargo, sostuvo haberlo visto años después en una plaza de La Plata, en 1984, cuando ella trabajaba en el Palacio Municipal.

—¡Liliana! ¡Liliana! —la llamó levantándose la gorra para contarle que ahora le habían asignado el Banco del municipio.

Luego fue el turno de la querella para hacer las preguntas y las peticiones pertinentes. Por su parte, Oscar Rodríguez, abogado de la querella unificada APDH La Plata-CTA, solicitó a los jueces que “se investigue la identidad del policía ya que el caso amerita agotar toda posibilidad”.

La audiencia se reanudará el próximo lunes a las 12, según dispuso el Tribunal que preside el juez Carlos Rozanski.

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