lunes, 8 de agosto de 2011

Izquierda, movimiento obrero y elecciones en la historia argentina



En IPSJosefina Luzuriaga | 7 agosto, 2011 |

La elección del primer diputado obrero en Neuquén por el FIT, y la actual lucha política contra la proscripción de la izquierda obrera y socialista en las elecciones del 14 de agosto, nos llevó a una reflexión “histórica” que compartimos.

Para hacer un poco de historia sobre la relación entre la izquierda, los sindicatos y las elecciones, en esta breve nota punteamos la política que tuvieron las corrientes de izquierda hacia el movimiento obrero y las elecciones en el siglo XX.


A nivel internacional nos remontamos a fines del siglo XIX para encontrar los acalorados debates entre socialistas y anarquistas, sobre qué política llevar adelante hacia los parlamentos burgueses. A comienzos del siglo XX el movimiento obrero socialista había conquistado en Europa y muchos países, incluso la Argentina, representación parlamentaria. Sin embargo, gran parte de esta corriente terminó adaptándose al parlamentarismo burgués, que pasando de ser un “medio”, se convirtió en un “fin” en sí mismo. Contra esta tendencia reformista dentro del socialismo se enfrentaron Lenin, Trotsky o Rosa Luxemburgo, combatiendo tanto el “infantilismo” antiparlamentario de tipo anarquista, como la adaptación parlamentaria y reformista.

En Argentina la corriente socialista de J.B. Justo fue representante de esta tendencia, conquistando en 1904 el primer diputado socialista de América Latina, Alfredo Palacios, y más tarde varios diputados y senadores nacionales. Desde esas tribunas parlamentarias propusieron diversas leyes que consagraron derechos laborales y sociales del pueblo trabajador.

Pero la tendencia parlamentarista del PS (desde el comienzo) llevó a esta corriente a renegar de la huelga general y más aún del momento insurreccional como necesidad en la lucha por el socialismo. Se transformó en una corriente adaptada al régimen democrático-burgués, profundizando esta tendencia en las décadas siguientes.

En la década de 1920 se hizo fuerte la corriente sindicalista revolucionaria, una ruptura del PS, que centró su accionar en la lucha “económica” y la huelga general, oponiéndose a que la clase trabajadora se elevara al plano político y a intervenir en el terreno electoral. Los sindicatos eran “todo”, y los partidos “nada”, en la concepción sindicalista.

Pero esa política no hizo más que favorecer al gobierno radical de Yrigoyen, al cual votaban la mayoría de los afiliados de los sindicatos sindicalistas, mientras éstos sólo se “ocupaban” de las luchas sindicales, cada vez más parciales. Ese mismo Yrigoyen que recibía a dirigentes sindicalistas en casa de gobierno pagó el “favor” reprimiendo brutalmente a los trabajadores en la Semana Trágica, la Patagonia Rebelde y la Forestal. La mayoría de los dirigentes sindicalistas, que ya habían renunciado a la pelea por enfrentar políticamente al estado capitalista, poco después se transformaron en los primeros especimenes locales de una incipiente burocracia sindical, como entre los dirigentes ferroviarios, y muchos de ellos más tarde dieron su apoyo al emergente peronismo.

El Partido Comunista Argentino tuvo una débil inserción electoral en las décadas de 1920 y 1930, (a excepción de los concejales comunistas Ferlini y Penelon en la ciudad de Buenos Aires en los años 20). Pero a mediados de 1930 la orientación del PCA estaba centrada en lograr frentes con sectores de la burguesía “democrática”, siguiendo la línea del “Frente Popular”, lo que los llevó en 1938 a apoyar la candidatura del radical conservador Marcelo T. de Alvear, junto al PS y los Demócratas Progresistas. Una línea de conciliación de clases, que caracterizó a este partido a lo largo de su historia. El extremo de esta estrategia de conciliación con la burguesía llevó al PCA a formar parte del bloque burgués oligárquico encabezado por el embajador norteamericano, Braden, contra Perón.

De este modo, ante la emergencia del peronismo ninguna de las corrientes del movimiento obrero que tenían influencia en los sindicatos opuso una alternativa política de clase. Perón impuso incluso la disolución del laborismo, un partido basado en dirigentes sindicales con un programa nacionalista burgués que podía aspirar a una cierta independencia organizativa respecto a Perón.

La tradición del peronismo, de ahí en más, fue la de repartir puestos en las listas electorales para los burócratas sindicales. Estas no eran “candidaturas obreras” ya que eran para la burocracia, y mucho menos clasistas, ya que los burócratas sindicales eran incluidos dentro de listas junto a políticos burgueses y conservadores, bajo un programa nacionalista burgués de conciliación con los empresarios.

En la década de 1970 volvió a emerger una tradición clasista en el movimiento obrero, enfrentando a las patronales y la burocracia sindical peronista.

Los heroicos obreros del SITRAC-SITRAM y Luz y Fuerza de Córdoba, desde el Cordobazo en adelante, junto a los combativos obreros de Villa Constitución, la radicalización obrera y juvenil y la “insubordinación obrera” desde las bases fabriles, hicieron que la clase dominante apelara a las elecciones y el regreso de Perón como “última carta” para frenar la radicalización obrera antes del golpe.

En las elecciones de marzo de 1973, se presentó la formula presidencial del peronismo con el FREJULI, Campora (delegado de Perón que cosechó las simpatías de la izquierda peronista) y Solano Lima (un político conservador). En esa oportunidad, en medio de la trampa que significaba el desvío electoral, estaba planteado levantar una política clasista hacia las elecciones, que enfrentara al peronismo.

Tosco era el dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba y la figura más reconocida a nivel nacional del sindicalismo no peronista y combativo, pero se definió por el apoyo al FREJULI a nivel provincial. La fórmula cordobesa del FREJULI la encabezaban Obregón Cano (de la izquierda peronista) y Atilio López, dirigente de la CGT Córdoba. El lema del FREJULI en todo el país en 1973 era “Cámpora al gobierno, Perón al poder.”

Después de la caída de Cámpora, se convoca a elecciones para septiembre de ese año, donde el peronismo postula la formula Perón-Perón. Para esas elecciones tanto el PST como el PRT le plantean a Tosco la candidatura presidencial, para levantar a nivel nacional una fórmula de candidatos obreros y una campaña de independencia de clase. Pero nuevamente Tosco se niega a encabezar una candidatura obrera independiente del peronismo. EL PC en esas elecciones no presenta candidatura presidencial, y llama a votar formula Perón-Perón. Mientras tanto el otro gran dirigente obrero del SMATA cordobés, Salamanca, perteneciente al PCR, llamó al voto en blanco.

El peronismo en el poder anticipó el ataque represivo contra el movimiento obrero combativo, con la triple A, que luego generalizó la dictadura.

La dictadura genocida vino finalmente a liquidar las tradiciones clasistas en el movimiento obrero por décadas, imponiendo un verdadero genocidio obrero y popular.

En los años 80 y 90 tanto el peronismo menemista como la centroizquierda del FREPASO y la Alianza postularon candidatos de la burocracia de la CGT y la CTA en sus listas, siempre subordinados a una política burguesa (por el ejemplo Piccinini de la UOM Villa Constitución, que fue diputado por las listas del ARI).

En esos años se formaron frentes de izquierda que lograron ocupar un espacio electoral, mayor en el caso de IU en el 89 y menor en los años 90, pero no eran frentes de independencia de clase, sino de conciliación de clases, con un partido como el PC que planteaba la alianza con sectores de la burguesía nacional.

El resultado electoral del FIT en Neuquén, consiguiendo una bancada para los trabajadores, es en este marco, un hecho histórico para retomar y superar las mejores tradiciones del clasismo y la izquierda en el movimiento obrero. En primer lugar porque los candidatos del frente se han comprometido con que si llegaban a la legislatura no ganarían más que el salario de un obrero, poniendo el resto de sus dietas a disposición de las luchas obreras, y junto con esto el principio de rotación en sus cargos, entre todos los integrantes de la alianza de izquierda. Cuestionando en la acción a los políticos capitalistas que se enriquecen gracias a los fondos del estado o los “favores” empresarios mientras están en sus cargos. Por otro lado, porque a lo largo de toda la campaña han levantado un programa de salida obrera a la miseria capitalista, un programa que ataca el corazón de las ganancias de las petroleras y grandes empresas, y ponga los recursos nacionales en manos del pueblo trabajador.

Los obreros de Zanon contaban con la autoridad para desplegar este programa en la campaña, que les daba haber sostenido la ocupación bajo control obrero de la fábrica durante 10 años, abriendo puestos de trabajo para los movimientos de desocupados, y apoyando solidariamente y con el cuerpo a cada sector obrero y popular en lucha en la región. Cuentan también con la autoridad de su lucha contra la burocracia sindical, recuperando el sindicato, y modificando sus estatutos para plantear la rotación en los puestos sindicales de los dirigentes, y el regreso a la línea de producción de parte de ellos después de cumplir con las tareas gremiales. Hoy, con la bancada de los trabajadores y la izquierda, desde la Patagonia combativa, se sigue escribiendo la historia obrera.

La lucha contra la proscripción de la izquierda obrera y socialista, este 14 de agosto, también se inscribe en esta tradición, ya que es el Frente de Izquierda el que lleva en sus filas y como candidatos a reconocidos luchadores del sindicalismo de base, como los trabajadores de Zanon, de Kraft, Pepsico, Iveco de Córdoba, del sindicato del AJO de Mendoza, docentes y estatales de todo el país, junto abogados y luchadores contra la represión y la impunidad, intelectuales y estudiantes combativos.

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