domingo, 21 de agosto de 2011

Crisis financiera global

Para los economistas top, Marx tenía razón

Sin cuestionar el sistema, los especialistas piden replantear las bases del capitalismo. Más control estatal y menos mercado. Proletarios del mundo...

Por Leandro Dario , en Perfil

“Marx tenía en parte razón”, disparó esta semana el célebre economista Nouriel Roubini, que predijo la crisis de 2008. La polémica frase, pronunciada por un académico que no es marxista, encendió la mecha del debate: el capitalismo está en crisis y, desde distintos sectores, surgen propuestas para evitar una debacle aún peor. Y entre esas ideas, algunos economistas del establishment político y financiero recurren al autor de El Capital.


“Tenía razón porque la globalización, la intermediación financiera fuera de control, y la redistribución del ingreso y la riqueza de los trabajadores en beneficio del capital podrían llevar al capitalismo a su autodestrucción. Sin embargo, se demostró que su idea sobre que el socialismo da mejores resultados fue errónea”, dijo el gurú económico, que predijo en 2006 la caída de las hipotecas, que impactaría en el mercado financiero. El doctor Apocalipsis, como se lo conoce a Roubini, es profesor de la Universidad de Nueva York y se caracteriza por sus sombríos pronósticos sobre la economía internacional. En una entrevista concedida esta semana al diario Wall Street Journal, Roubini amplió sobre los motivos de su referencia a Karl Marx: “No se puede seguir trasladando ingresos del trabajo al capital sin tener un exceso de capacidad y una falta de demanda agregada. Cada empresa quiere sobrevivir y prosperar, y eso significa recortar aún más costos laborales. Por eso se trata de un proceso de autodestrucción”.
Pero Roubini no fue el único referente económico top que exploró caminos alternativos para reformular el actual sistema. Joseph Stiglitz –que se reunió hace un mes con los indignados españoles–, Paul Krugman, George Soros y Jeffrey Sachs propusieron cambios profundos en el capitalismo, para poder superar la amenaza de una segunda recesión. Sin embargo, todos ellos esbozaron enfoques heterodoxos, que discrepan con la cosmovisión marxista. “Me genera una profunda satisfacción que Roubini cite a Marx. Igualmente, cuando hay crisis se acuerdan de su teoría y luego se olvidan”, afirmó a PERFIL Claudio Katz, economista investigador del Conicet y profesor en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA, que afirma que la crisis está vinculada al mercado financiero y a la economía real.
A tres años del inicio de la debacle, el debate académico está dividido entre las posiciones de los economistas ortodoxos, cuyo mayor exponente histórico fue el austríaco Friedrich von Hayek, y los keynesianos, que recibieron su nombre por encuadrarse bajo el pensamiento de John Maynard Keynes, clave en la recuperación económica tras la recesión de 1930. Mientras los primeros cuestionan la osadía de los banqueros, los desaciertos de los gobiernos y la irresponsabilidad de los deudores, los heterodoxos, entre los que figuran los Premios Nobel de Economía, Stiglitz y Krugman, embisten contra la falta de control oficial, la especulación y la ausencia de regulaciones financieras. Pero, lo más paradójico, es que en el segundo pelotón de economistas toman elementos de la interpretación marxista, que atribuye la crisis a desequilibrios intrínsecos del capitalismo.
En pleno debate económico, Stiglitz propuso esta semana regular los mercados financieros. Por su parte, el especulador húngaro Soros, que incursionó con inversiones millonarias en la Argentina y cerró hace un mes su fondo de alto riesgo Quantum, afirmó que la crisis reveló la necesidad de reformar la banca europea.
“Los acontecimientos recientes fueron una confirmación sorprendente de la utilidad del modelo keynesiano”, escribió Krugman en su blog, La conciencia de un liberal. El académico criticó los ajustes propuestos por el partido republicano en los Estados Unidos y acusó a Barack Obama de ceder ante la oposición para salir de la crisis.
En tanto, Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia, propuso, en una columna publicada en Financial Times, una mejora del sistema fiscal basada en el incremento de la inversión en capital humano e infraestructura; en el recorte del gasto en los conflictos bélicos de Iraq y Afganistán y el equilibrio de los presupuestos a mediano plazo. Según la visión del autor de El fin de la pobreza, para llegar a ese equilibrio habría que subir los impuestos a los ricos, quitarles a los que más pueden pagar y no a los agobiados por la recesión.
Desde la vereda marxista, en cambio, consideran que la crisis también está vinculada con los excedentes de productos sin vender.
En su último libro, Marx tenía razón, el filósofo y escritor británico Terry Eagleton defendió al autor alemán de los embates de sus críticos. Ahora, aunque los economistas más célebres concuerdan en que la crisis internacional obliga a plantear cambios y reformas profundas, ninguno se atreve a considerar el fin del capitalismo. Tampoco, por el momento, se han animado  a vociferar “Proletarios del mundo, uníos”, la famosa frase que inmortalizaron Marx y Friedrich Engels en El manifiesto del partido comunista que puso en peligro el sistema capitalista.

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